Parkinson, una enfermedad más allá de los temblores
Enfermedades que no distinguen ni clase social ni condición. Este es el caso de la enfermedad de Parkinson, una patología neurológica.
En la enfermedad de Parkinson se produce una degeneración de las neuronas que segregan un neurotransmisor llamado ‘dopamina’, con más intensidad en algunas estructuras del cerebro como la Sustancia Negra y el Núcleo Estriado. La dopamina es importante porque ayuda a regular nuestros movimientos y porque participa en el equilibrio y la marcha.
Dentro de las alteraciones motoras encontramos el reconocido temblor en reposo, la rigidez, la lentitud en los movimientos y caídas frecuentes por problemas de equilibrio.
Estas alteraciones tienen que ver con el funcionamiento cognitivo y con cambios de personalidad consecuencia de las alteraciones cerebrales. Así, los pacientes de Parkinson suelen ser más lentos al procesar la información y responder, les cuesta acceder a los conocimientos que tienen en la memoria o mantener su concentración y tienen una menor fluidez verbal. También presentan lo que se conoce como síndrome disejecutivo, que les supone problemas a la hora de resolver problemas, planificarse, tomar decisiones, ser creativos y mentalmente flexibles, o mantener una buena memoria de trabajo. Los problemas con la percepción del espacio también son relevantes pues les dificultan actos tan simples como alcanzar un objeto o distinguir la altitud de un escalón. Muchos de ellos pueden presentar obsesiones, compulsiones, apatía y alucinaciones, en parte como efecto secundario de los tratamientos farmacológicos, siendo lo más frecuente la depresión.
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