Olores que están a punto de desaparecer
El olfato es el sentido que tiene más poder evocador. Los olores son capaces de traer desde nuestra memoria un sinfín de recuerdos. Esta relación estrecha entre memoria y olfato se da continuamente aunque a veces no nos demos cuenta.
Olor a hojarasca quemada
Este olor era una señal inequívoca de que estábamos en otoño. Mucha gente en sus jardines amontonaba las hojas caídas y luego les prendía fuego. Salías a la calle y repentinamente te rodeaba ese delicioso aroma a hoguera.
Las normativas prohíben encender esas fogatas caseras. En unos casos por la contaminación y en otros por el peligro de incendio.
Olor a rotulador
La composición de su tinta fue prácticamente igual hasta 1990 e incluía una mezcla de disolventes que por su toxicidad fueron sustituidos por otros a base de alcohol.
Esa primera tinta emanaba un efluvio muy característico que no era en absoluto desagradable.
Olor a fulminantes
Olor a fulminantes
Eran unas pequeñas cargas de pólvora y azufre que hacían más reales los juegos infantiles y que hace años que fueron prohibidas por los peligros que conllevaban. Sin embargo, el olor de esos detonantes permanece vívido en nuestro recuerdo.
Olor a coche nuevo
En 1995 analizaron los compuestos volátiles de un coche nuevo y encontraron más de 50. Algunos de ellos perjudiciales para la salud. Hoy en día aunque un coche nuevo huele algo, no es comparable al olor de antaño.
Olor a polvo de tiza
Olor a polvo de tiza
El olor a polvo de tiza que emanan y emanaban las aulas es uno de los olores que están a punto de desaparecer. Las pizarras clásicas están siendo sustituidas por las electrónicas.
La tiza ensucia y causa alergia en muchas personas y poco a poco se irá imponiendo la nueva tecnología.
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